En el artículo anterior diserté sobre la necesidad de formar comunicadores visuales dispuestos a escuchar y hablar; profesionales abiertos al diálogo social y a la integración con las comunidades. Propuse dejar de lado el desarrollismo autoritario y transformar el ego de la actitud “creativa” en talento para trabajar en equipo y disciplina para la investigación. Hoy necesitamos más lectores y menos inspirados, más dudas y menos afirmaciones, más inteligencia y menos recursos, más relaciones y menos herramientas. Saber leer libros y documentos, espacios urbanos, entornos naturales, datos científicos, emociones y necesidades humanas, tiene un valor incalculable en el desarrollo de un proyecto. Me refiero a una lectura activa, analítica; subversiva. También precisamos de profesionales entrenados para la escucha, capaces de cambiar territorios hostiles en oportunidades para el intercambio. Es muy difícil decir algo útil sin haberse involucrado primero. Y no es posible involucrarse sin haberse ganado la escucha; sin tener la confianza del espacio y sus habitantes. Ronald Shakespear, maestro del diseño bonaerense, dice sobre “hacer legible la ciudad” lo siguiente: “Cuando me enfrento a un problema, empiezo con la audiencia, la gente. Entender a la audiencia implica descifrar sus códigos. Ellos me ayudan a definir el problema. En definitiva, […]
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